"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

martes, 22 de abril de 2008

La "Victoria" de Jules Rimet

La Copa del Mundo de Fútbol nació en 1930, casi fruto único de un hombre obsesionado que se había encargado de llevar el deporte rey a las Olimpiadas, pero que pronto acertó a vislumbrar que el balompié necesitaba de un espacio propio, de un torneo propio, de un reino propio que coronara a la mejor selección del mundo cada cuatro años, permitiendo a los espectadores que contemplaran a los mejores jugadores con la casaca de sus propios países, juntando en cada selección a estrellas de equipos irreconciliables, dándonos a todos la posibilidad de presenciar cada 4 años un espectáculo vibrante. Ese genio loco se llamaba Jules Rimet, era el presidente de la FIFA en 1930 y era francés.

Pero al invento de Jules Rimet le faltaba una Copa, una Copa que premiara a la mejor selección del mundo y que lo hiciera cada cuatro años, hasta que una de las selecciones se la quedara en propiedad si conseguía levantarla en tres ocasiones.

Esa Copa se llamó inicialmente Victoria, aunque cambió de nombre para tomar el de su creador (el de la competición, se entiende, no el de la Copa) en 1946, en el congreso que la FIFA celebró en Luxemburgo. Desde entonces todo el mundo la conoce como Copa Jules Rimet.

La Copa Jules Rimet permaneció en activo desde 1930 hasta 1970. El Mundial de México deparó una final entre Italia y Brasil. Ambas selecciones habían ganado ya dos mundiales previamente y quien venciera en aquella memorable final en el estadio Azteca se la quedaría para siempre. Se la quedó Brasil al vencer con rotundidad a los italianos (4 a 1), pero como casi todo en esta vida, no fue para siempre, ya que fue robada en diciembre de 1983 en Río de Janeiro. Cuatro presuntos ladrones fueron juzgados y condenados, pero de la Copa nunca más se supo. La Confederación Brasileña mandó hacer una réplica el año 1984 a partir de la Copa que guardaba la FIFA (y que, a su vez, también era un réplica perfecta de la original). De hecho, hay quien dice que ésta es la original y no la que se robó en Brasil, pero eso no se puede comprobar de ninguna manera.

La Copa Jules Rimet había sido diseñada por Abel Lafleur. Era un trofeo de plata esterlina chapada en oro, con una base azul de lapislázuli. Medía 35 centímetros de altura y pesaba 3,8 kgs. Era una copa octogonal sostenida por una figura alada que representaba a la diosa griega de la victoria, llamada Niké.

Ya antes de su trágico fin (probablemente fundida), había superado multitud de vicisitudes. La primera de ellas fue sobrevivir a la II Guerra Mundial. La Copa la había ganado Italia en 1938 y se quedó allí durante la guerra. El vicepresidente de la FIFA, el italiano Ottorino Barassi, sacó el trofeo en secreto de su tumba en el interior de un banco de Roma y lo escondió en una caja de zapatos debajo de su cama para impedir que los nazis se apoderaran de él. Y, pese a lo rudimentario del plan, lo consiguió.

En 1950 volvió la Copa del Mundo y allí estaba el trofeo, testigo mudo del Maracanazo que sumió a toda Brasil en un mar de lágrimas. Y pasó el tiempo sin contratiempos, hasta 1966, año de Mundial, año de Inglaterra.

El 20 de marzo de 1966, cuatro meses antes de que diera comienzo el Mundial, la Copa Jules Rimet fue exhibida en el Salón Central de Westminster. De allí fue robada. Y nadie daba un duro por encontrarla, pero el perro más famoso de Inglaterra a partir de ese día, Pickles, la encontró envuelta en un periódico en un seto de un jardín suburbano de una zona de Londres llamada Upper Norwood.

Fue en ese instante cuando la FIFA decidió hacer una réplica en secreto para poder utilizarla en exhibiciones posteriores. De hecho, esta Copa, que algunos dicen que es la auténtica, se exhibe en el Museo Nacional de Fútbol en Preston (Inglaterra), ya que en 1974, en el Mundial de Alemania, las selecciones jugaban ya por un nuevo trofeo, la Copa del Mundo, sin más, que nadie se puede quedar nunca en propiedad. Este trofeo lo guardan las selecciones ganadoras durante los 4 años posteriores a su triunfo y después lo devuelven para el siguiente Mundial y reciben una réplica.

Los campeones en Alemania 2006, los italianos, no cuidaron el trofeo demasiado bien precisamente, ya que Fabio Cannavaro, el capitán de Italia, fue fotografiado sosteniendo un pedazo de malaquita que se había roto de la base del trofeo. Pero tranquilos, la Copa del Mundo fue reparada y los italianos la presentaron en perfectas condiciones en Sudáfrica el año 2010 para que se la acabara llevando España.

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