"El fútbol es la única religión que no tiene ateos", Eduardo Galeano

viernes, 16 de noviembre de 2007

Un paseo por la historia de todos los Mundiales

El Mundial de Fútbol es, con permiso de las Olimpiadas, el torneo más popular, más seguido, más esperado y más venerado en todo el mundo y encarna desmesuradamente todas las características que han convertido al fútbol en el deporte por antonomasia: la mística, la emoción, la pasión desbordada, los sentimientos a flor de piel, los episodios inenarrables y las gestas más recordadas.

Pero el camino recorrido por este torneo no ha sido fácil y, de hecho, es increíble que superara todos los escollos, sobre todo en los inicios, para convertirse en lo que es hoy. Un largo camino de inicios titubeantes a finales de los años 20, con dos torneos olímpicos de fútbol memorables que marcarían la necesidad de crear una competición única y exclusivamente de fútbol donde participaran las mejores selecciones con sus mejores jugadores, aunque fueran profesionales.

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El proyecto de Jules Rimet superó la negativa de la mayoría de equipos europeos a desplazarse a tierras charrúas en 1930 en el primer Mundial de la historia que ganó Uruguay y que supuso el inicio de una historia maravillosa.

Superó también los difíciles tiempos de entreguerras, marcados por el fascismo en Europa y un clima prebélico que no impidió que se disputaran los torneos de Italia 1934 y Francia 1938, ambos ganados con puño de hierro por la Italia de Pozzo, aunque en el primero de ellos hubiera de recurrir a los oriundi.

La devastación que provocó la II Guerra Mundial parecía que acabaría definitivamente con la Copa del Mundo de fútbol, pero el germen que se había sembrado era demasiado fructífero. Después de la tragedia, la humanidad no tenía más remedio que salir adelante poco a poco y el fútbol, que ya había adquirido un papel determinante en la nueva sociedad, también lo hizo.

Por eso el Mundial volvería en Brasil en 1950 en todo su esplendor, con una puesta en escena difícil de imaginar, con el Maracanazo protagonizado por la garra charrúa, pero también con Inglaterra cediendo por fin al empuje del torneo, admitiendo que tenía que participar en el campeonato, pero volviendo a casa antes de tiempo con el mundo totalmente sorprendido.

Y siguió adelante cuatro años después, en Suiza en 1954, con el Milagro de Berna alemán y la miel en los labios de los Mágicos Magiares húngaros, que acabaron tocando la copa con la yema de los dedos tras eliminar a la subcampeona, Brasil, y a la campeona, Uruguay, para que se les acabara escapando camino de Alemania Federal en las manos del superviviente Fritz Walter

Y siguió cuatro años después, en Suecia en 1958, con el desagravio de Brasil, la de Pelé y Garrincha, la de Vavá, Zagallo y Altafini, que alzó por fin la tan ansiada Copa del Mundo en un torneo fantástico repleto de historias, anécdotas y goles, muchos goles.

Y en Chile en 1962, donde la violencia en los terrenos de juego fue protagonista, pero también la clase y la calidad de muchos futbolistas, entre los que destacó Garrincha, que volvió a hacer campeón a Brasil.

Y en Inglaterra en 1966, con los ingleses ganando su primer y único mundial hasta la fecha con un gol fantasma ante Alemania en la prórroga que a día de hoy aún se cuestiona. Con Portugal debutando en una Copa del Mundo bajo el paraguas de Eusébio y quedando tercera. Con Corea del Norte debutando en un Mundial y eliminando a Italia. Un torneo que tuvo de todo... Incluso fue el germen de la invención de las tarjetas tras la expulsión del capitán argentino Antonio Rattín

Y en México en 1970, donde la Brasil de los 5 dieces se hizo con el tricampeonato y se quedó la Copa Jules Rimet en propiedad después de un torneo extraordinario al que habían llegado entre polémica por la destitución / renuncia de Joao Saldanha. Un Mundial memorable caracterizado por el buen fútbol y los goles, un montón de goles.

Y siguió la Copa del Mundo en Alemania Federal en 1974, con la presentación en sociedad de la Naranja Mecánica, la Holanda de Cruyff, aunque el torneo se lo llevara la Alemania de Beckenbauer, Müller, Sepp Maier y Paul Breitner mientras los neerlandeses engrosaban la lista maldita de los campeones sin corona. Que bien pudieron ser también las Águilas de Gorski de Polonia con Lato a la cabeza... 

Y siguió el Mundial en Argentina, en 1978, en medio de una dictadura terrible que no fue motivo suficiente para no disputar allí la Copa del Mundo (como pasará en 2022 Qatar). Una Copa del Mundo que fue la de la gloria para la Argentina futbolística y la del dolor de los desaparecidos, torturados y asesinados también para Argentina. La Copa del Mundo donde la Naranja Mecánica, sin Cruyff, volvió a jugar la final contra los anfitriones… y la volvió a perder.

Y siguió el Mundial en España en 1982, donde Italia levantó su cuarta Copa del Mundo eliminando a la Brasil de Telé Santana, la de Sócrates, Zico y Falcao, y también a Argentina, la actual campeona, con los goles de Paolo Rossi. Una Italia capaz de hacer eso… y capaz también de superar la primera ronda con tres empates y solo dos goles a favor. El Mundial de la Francia de Platini apeada por Alemania en una de las semifinales más grandiosas que se recuerdan en una Copa del Mundo.

Y volvió el Mundial a México en 1986, donde Maradona se consagró como el mejor jugador del planeta y Argentina cosió en su camiseta su segunda estrella. Por el camino quedaron la Alemania de Matthäus, la Bégica de Ceulemans y Scifo, la Francia de Platini, la Inglaterra de Lineker, la España del Buitre o la Unión Soviética de DassaevBelanov (en realidad del técnico Lobanovsky) en un torneo maravilloso. 

Y viajó la Copa del Mundo hacia Italia en 1990, donde Schillaci vivió una historia maravillosa y Camerún sorprendió al mundo y demostró que la grandeza y la evolución del fútbol africano. Donde la Inglaterra de Lineker y Gascoigne estuvo a punto de reverdecer viejos laurales. Donde Alemania levantó su tercera Copa del Mundo en una final repetida en cuanto nombres pero no en cuanto a juego.

Y el Mundial se fue a Estados Unidos en 1994, a la tierra del “soccer”, donde se disputó un torneo magnífico repleto de sorpresas que hizo disfrutar a los aficionados hasta la final, donde se vivió el primer empate sin goles y la primera tanda de penaltis en una finalísima entre dos clásicos mundialistas: Italia y Brasil. Fue el de Estados Unidos el torneo de los modestos: el de Suecia, el de Bulgaria y el de Rumanía. Y el de Roberto Baggio, héroe sin premio. Y el torneo donde Maradona se despidió de los Mundiales por la puerta de atrás.

Y la Copa del Mundo viajó a Francia en 1998 para que la levantara por primera vez la selección del Gallo, una Francia multicultural capitaneada por Zidane capaz de derrotar a una grandísima Brasil que se quedó sin fuelle en el peor momento. Por el camino quedó la debutante Croacia, que sorprendió a propios y extraños con un tercer puesto increíble, o la Holanda de Guus Hiddink, que fue cuarta y eliminó a la Argentina de Passarella en cuartos de final de un torneo memorable.

Y el Mundial emigró por primera vez al continente asiático (y por primera vez lo organizaron dos países distintos). Corea del Sur y Japón en 2002 fue el torneo donde Ronaldo se quitó la espinita y pudo levantar la quinta Copa del Mundo para Brasil a costa de Alemania. Fue también el torneo donde los árbitros allanaron claramente el camino a Corea del Sur y donde Turquía hizo historia alcanzando las semifinales (cargándose al otro anfitrión, Japón, en los octavos de final) y obteniendo el tercer puesto, su mejor resultado en un Mundial.

Y la Copa del Mundo volvió a Alemania en 2006 para que se la llevara su bestia negra, Italia. Nada nuevo bajo el sol. Un torneo extraordinario en lo futbolístico que acabó con el mejor jugador presa de un ataque de locura en el día en que había de poner el broche final a su magnífica carrera. El del cabezazo de Zidane, vaya.

Y acogió Sudáfrica la primera Copa del Mundo celebrada en África en 2010. Una Copa del Mundo que levantó España superando miedos y complejos casi eternos con el golazo de Iniesta en el minuto 116. Enfrente, Holanda perdía su tercera final para certificar su mal fario en las finales, mientras que la Uruguay de Forlán y Suárez reverdecía viejos laureles alcanzando las semifinales 44 años después.

Y volvió el Mundial a Brasil en 2014, para volver a hacer llorar a los brasileños 64 años después del Maracanazo con el Mineirazo alemán. Precisamente la Alemania de Low recogió el testigo de España y de la misma forma: adueñándose de la Copa en el último suspiro de la prórroga ante la Argentina de Messi.

Y la Copa del Mundo visitó Rusia en 2018, para contemplar cómo una nueva generación multicultural francesa forjada por uno de los capitanes del 98 volvía a levantar la Copa del Mundo para coser la segunda estrella en su camiseta. Y veía cómo, exactamente igual que en el 98, Croacia quería sumarse a la fiesta y alcanzaba una final histórica que superó el tercer puesto de los Suker, Boban, Vlaovic, Jarni y compañía.

Y en el Mundial de Catar 2022 Messi saldó su deuda con Argentina en la Copa del Mundo en una final espectacular ante la Francia de la nueva estrella mundial, Mbappé, que vendió carísimo el cetro mundial a base de casta y goles.

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Porque a partir del regreso del torneo tras la Segunda Guerra Mundial, la Copa del Mundo ya no se interrumpió a jamás, con los aficionados esperando con ansia la llegada de un nuevo torneo cada cuatro años en el que se darán cita ineludiblemente los mejores futbolistas del mundo defendiendo los colores de su selección. 

Y se fueron sucediendo e intercalando las heroicidades y las tragedias, las alegrías y las penas, los ángeles y los demonios, las revelaciones y las decepciones, los hitos y los desastres, las gestas y los ridículos, los héroes y los villanos, la nobleza y las miserias, las maldiciones y los misterios, la gloria y el dolor...

Se fueron gestando los grandes equipos que marcaron épocas, generaciones doradas de selecciones. Algunas ganaron el torneo y otras no, pero el escaparate el Mundial las puso a todas en el mapa del planeta fútbol. Y a los protagonistas, los jugadores y técnicos, los goleadores y los porteros, las estrellas y los estrellados, y todas las historias que han vivido, sentido y sufrido. Incluso las goleadas que alguna vez se han comido.

En este blog se pretende desgranar poco a poco todo eso. Desde el primer Mundial de 1930 hasta nuestros días, poco a poco, paso a paso, dando saltos en el tiempo, yendo atrás y adelante, disfrutando de todas las historias que se esconden tras un torneo mágico y casi centenario que nos sigue poniendo la piel de gallina cada cuatro años, que nos sigue haciendo disfrutar como cuando éramos pequeños y teníamos las ilusiones y los sueños intactos.

Porque aquí escribiremos sobre fútbol, pero iremos mucho más allá del fútbol.

Porque el fútbol es entretenimiento y diversión.

Porque el fútbol es pasión.

Porque el fútbol son recuerdos.

Porque el fútbol es cultura.

Porque el fútbol es historia.

Porque el fútbol es anécdota.

Porque el fútbol es, a veces, política. Y otras veces, también.

Porque el fútbol es, a veces, engaño. Y, otras veces, un milagro.

Porque el fútbol es, a veces, una ciencia.

Porque el fútbol es, a veces, una lotería.

Porque el fútbol es identidad.

Porque el fútbol son símbolos.

Porque el fútbol es literatura.

Porque el fútbol es magia pura.

Porque el fútbol es un regreso a la infancia.

Porque el fútbol es, como decía Arrigo Sacchi, la más importante de las cosas menos importantes.

Porque el fútbol es, como decía Bernard Saw, el arte de comprimir la historia universal en noventa minutos.

Porque, al final, el fútbol es un juego maravilloso y la protagonista siempre ha sido y sigue siendo la pelota. 

Y, como dijo Maradona, la pelota no se mancha.

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